GLOBALIZACIÓN Y BARBARIE

El Mundo cambia a velocidades vertiginosas, eso no hay quien lo dude. Dos noticias aparecidas en la prensa nacional (en “El País”, para más precisión), allá por el lejano año dos mil seis, reventaron mi vena aorta y la bilis inundó todo mi ser.
Los artículos se referían a un recorte de personal que pretendía realizar la multinacional Volskwagen, a pesar de lograr un beneficio superior al 60% de lo que tenían previsto. El otro era un reportaje al nuevo director general de otra poderosísima empresa (Kodak), quien se mofaba de ilusionarse ante el panorama que tenía delante, y era ni más ni menos que tener que hacer un fuerte reajuste de personal. Leído esto, alguien debería clamar por una intervención de algún organismo competente para evitar el despropósito que pretendía realizar el gigante automotriz alemán y que alguien le dijera al flamante directivo (de origen gallego) de la empresa fotográfica, que se hiciera revisar por algún especialista psiquiátrico. Pronto caí en la cuenta de que sólo eran dos noticias más, la globalización lleva instalada ya demasiado tiempo entre nosotros, el imperialismo salvaje parece no tener fin ni competencia, habida cuenta del fracaso estrepitoso del comunismo y sólo nos queda aceptarlo o caer en desgracia. Recuerdo que Bernardo Neustad (a sueldo del menemismo, por aquellos años), pregonaba en su programa de los 90´ sobre que nos enfrentábamos a la disyuntiva de “Globalización o barbarie”. Pues nos impusieron la globalización… ¡pero nadie nos previno que también implicaba la barbarie!
Así es, esta nueva era económica-social se puede nombrar como la de la “deshumanización del individuo”. No encuentro otra forma de llamar a los ejemplos antes citados, el hombre ya no como individuo sino como un número dentro de la maquinaria capitalista. El dinero por el dinero, no importa que el ajuste traiga dramas familiares y personales totalmente evitables, ni que los sueldos ejecutivos sean obscenamente desproporcionados ¡Que alguien disfrute con echar gente, a donde hemos llegado!
Hace dos años, nada se preveía sobre la estrepitosa ruptura de la famosa burbuja inmobiliaria, aquellas eran épocas de forrarse y acumular fortunas estratosféricas. Hoy por una serie de factores encadenados (¿querían globalización?... ¡EEUU estornuda y Europa se resfría!), las cosas cambiaron drásticamente.
No pido lo imposible, no soy el típico “solidario” que sale en las revistas del corazón sacándose unas fotos con unos negritos de África, o con algún “cholito” latinoamericano, pone cara de afligido y posa con sus impresionantes gafas Dolce&Gabbana. Estoy dentro del sistema (no queda otra), pero no quiero quedarme callado ante tanta injusticia y estupidez que nos rodea. Me revuelve las tripas que en los noticieros se salte de una terrible noticia como la dramática llegada de inmigrantes en pateras a las costas de Canarias (con todo lo que este drama supone para esos pobres seres humanos) a una tontería del tamaño de: “ya podemos comprar el I-Phone por trescientos euros”. No, lo siento… ¡no lo soporto!

1 comentario:

Sir Lothar Mambetta dijo...

La cosa no está jodida: La cosa ES jodida. Que tengamos momentos mejores, la tele y el fútbol sólo son distracciones.