FECHA DE CADUCIDAD

Todo tiene su final, y mejor cuando aún está entero y no a raíz de que empiece a oler a podrido. Siempre es mejor retirarse a que lo retiren a uno. Bueno, tampoco es para ponerse tan dramático por tan poca cosa.
Lo cierto es que el de ésta semana es el post Nº100 y me parece un buen número para decirles “hasta luego”. Pero fundamentalmente, quiero decirles “GRACIAS POR LEERME”.
Gracias a todos los que colaboraron con sus escritos, con sus comentarios y con su apoyo. No se me acabaron las ideas, al contrario, pero uno va perdiendo el entusiasmo, se va ocupando de otras cosas y ya no tengo tanto tiempo como antes para dedicarle y armar el blog como quiero.
Simplemente espero que hayan disfrutado de mi humilde bitácora. Gracias nuevamente y seguro nos veremos pronto… ya buscaré un nuevo formato y más cosas para compartir.

De momento me voy a dedicar a plantar un hijo, escribir un árbol y tener un libro… con todas las combinaciones y permutaciones posibles para éstas acciones.

¡Chau!

RITOS Y COSTUMBRES

“El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida.

En este país nadie toma mate porque tenga sed.

Es más bien una costumbre, como rascarse.

El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.

Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda '¿unos mates?'.

Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.

Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.

Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.

Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.

En verano y en invierno.

Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.

Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo.

Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.

Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: '¿Dulce o amargo?'. El otro responde: 'Como tomes vos'.

Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.

La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da.

La yerba no se le niega a nadie. Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.

Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.

Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos.

No es casualidad. No es porque sí.

El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma.

O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.

Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo.

Pero debe haber sido un día importante para cada uno.

Por adentro hay revoluciones.

El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...

Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena.

La charla, no el mate.

Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablas mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambia la yerba!'.

Es el compañerismo hecho momento.

Es la sensibilidad al agua hirviendo.

Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'.

Es la modestia de quien ceba el mejor mate.

Es la generosidad de dar hasta el final.

Es la hospitalidad de la invitación.

Es la justicia de uno por uno.

Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.

Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.”

¿TE SENTISTE INCLUÍDO?.... Compartilo entonces con quienes alguna vez tomaste un mate y si queres llameme para invitarme a tomar algunos!

Lalo Mir – “Un mate y un amor…” © 2009


¡Gracias Cristian!


¡SHH... ESCUCHEN!

“OK COMPUTER” (Radiohead) © 1997
Otro más que llegó a mis oídos por casualidad… y nada volvió a ser igual. Un disco que no me canso (ni me cansaré) de escuchar entero, sin saltar un solo tema, una y otra vez… una y otra vez.
Desde el primer momento esa misteriosa y tenebrosa voz de Tom Yorke (con una cara igual de inclasificable) penetraron en mi cerebro para dejar su impronta gracias a éste, uno de los mejores discos que jamás haya escuchado… y no puedo decir más (¿no es poco, no?).



AÑOS DE SOLEDAD

“EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA” (Gabriel García Márquez) © 1961
LA NOVELA, en mayúsculas. Redonda, impoluta, para releer una y mil veces sin agotarse, sin aburrirse. La obra cumbre del colombiano, en donde nos muestra la decadencia y dejadez de una sociedad (no del personaje). No está exenta de lo fantástico, de la magia que hay en cada una de sus novelas. Aunque, sin duda, aquí encontraremos al personaje más entrañable de todos los que salieron de la pluma de Gabo.
Un coronel que espera, paciente, metódico y que a pesar de los años, los achaques y las desgracias, no pierde la ilusión ni la esperanza… ¿o es que su comportamiento se debe a una oculta e inconfesable resignación?
El final es para enmarcar, me jacto de saberlo prácticamente de memoria… un lujo, un deleite:

“El coronel no supo si había oído esa palabra antes o después del sueño. Estaba amaneciendo. La ventana se recortaba en la claridad verde del domingo. Pensó que tenía fiebre. Le ardían los ojos y tuvo que hacer un gran esfuerzo para recobrar la lucidez.

- Qué se puede hacer si no se puede vender nada -repitió la mujer.

- Entonces ya será veinte de enero -dijo el coronel, perfectamente consciente-. El veinte por ciento lo pagan esa misma tarde.

- Si el gallo gana -dijo la mujer-. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo puede perder.

- Es un gallo que no puede perder.

- Pero suponte que pierda.

- Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso -dijo el coronel.

La mujer se desesperó.

- Y mientras tanto qué comemos -preguntó, y agarró al coronel por el cuello de la franela. Lo sacudió con energía-. Dime, qué comemos.

El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder.

- Mierda.”

EL ESPEJO DEL ALMA



“EL SECRETO DE SUS OJOS” (Juan José Campanella) © 2009
Hacía mucho tiempo que una película no me conmovía, no me dejaba boquiabierto. Y lo digo en el buen sentido. Por su trama, por las actuaciones, por la dirección, por los diálogos.
Campanella toma nota de un maestro en esto de los diálogos (hablo de Aristarain) y nos entrega un thriller apasionante, que nos tiene en vilo hasta el último fotograma… y encima con un final muy original e inesperado. Actuaciones acertadas (Ricardo Darín, Soledad Villamil y hasta Pablo Rago) y en especial, un hallazgo, un personaje entrañable y a la medida del histriónico Guillermo Francella.

Seguramente no necesitaba el merecido Óscar para transformarse en una película de culto.