LA LITERATURA ES INDISPENSABLE, LA MÚSICA NO

“HABLANDO DE TODO” (Adolfo Bioy Casares, Rodrigo Fresán y Fito Páez) © 1996
ABC:
- ¿Podemos hablar un poco de música?
FP: - ¿Qué música le gusta?ABC: - A ver. A Borges le gustaban las milongas y a mí me gustaban los tangos. Pero descubrí que los tangos que me gustaban eran los tangos–milonga: "Entrada prohibida", "Hotel Victoria", "La morocha"...
FP: - Esos son tangos de comienzos del 900. Guardia Vieja.
ABC: - Guardia viejísima. También está "Ivette", mi himno nacional, y "Flor de fango": "Mina que te manyo de hace rato, perdoname si te bato de que yo te vine a ver". Ahí empieza el dequeísmo en la Argentina (risas).
RF: - ¿Y qué lugar ocupa la música en su obra?
ABC: - Cada vez que pongo discos que me gustan, Brahms, Gluck, algunas cosas de Beethoven, siento que tendría que estar siempre oyendo música, pero lo cierto es que después no vuelvo a oírla. Si viera mi vida como un objeto que está ahí afuera, diría que para mí la literatura es indispensable y la música no.
FP: - ¿Ni Mozart?
ABC: - Ah, claro. Mozart. "La" música.
RF: - ¿Y las máquinas? ¿Qué lugar tendría la persistencia de las máquinas en su obra, básicamente en “La invención de Morel”?
ABC: - Las aborrezco.
RF: - ¿Y cómo se lleva con las máquinas de escribir?
ABC: - Horrible. No me gustan. Prefiero escribir a mano, con lapicera. La relación con la literatura es siempre la misma, pero escribir a máquina me hace mal por el lumbago. Y para la computadora debería hacer un aprendizaje que me produce mucha pereza. Trato de escribir en un cuaderno para engañarme a mí mismo, para pensar que si quiero descartar algo voy a romper páginas y el cuaderno se va a desarmar, entonces cada frase tiene que ser para siempre.
RF: - ¿Y no es así?

ABC: - Para nada. Corrijo veinte veces la misma frase. Pero es un pequeño engaño que me hago al escribir. La inclusión de una máquina me parece un artificio.
RF: - Quizás, en su relación con la música influya el hecho de que para escucharla haga falta una máquina...
ABC: - Un aparato que media entre uno y los otros. Lo mismo ocurre con la televisión. Y también el libro exige que uno interrumpa cualquier tipo de relación.
RF: - Pero los libros son menos autoritarios. Con ellos uno elige cuándo, cómo y por quién ser bombardeado...
FP: - El libro impone una trama a la cual uno accede o no. La tele tiene el botón, se puede hacer zapping o apagar. El tema es que es un mundo muy grande, y las horas que tiene el día no se modificaron.
RF: - Los libros suyos, ¿cambian para usted o lo van acompañando?
ABC: - No, mis libros no me acompañan para nada. Una vez, en Nueva York, tenía que hablar ante el público y unos amigos pensaron que como soy medio tímido tenían que hacerme preguntas fáciles. Entonces, me preguntaron el argumento de un cuento mío, "Irse". Y no sabía ni de qué me estaban hablando.
FP: - ¿Trata de olvidarlos?
ABC: - Ni siquiera lo intento. Los olvido sin ningún esfuerzo.
FP: - Bioy, ¿cuál es el formato que más le interesa, la novela o el cuento?
ABC: - La novela, pero me parece que sólo escribí cuentos cortos y largos. Tal vez “El sueño de los héroes” pueda aspirar a ser una novela.
FP: - ¿Aspirar a ser una novela? Por favor, Bioy, no nos ponga nerviosos.

ABC: - No, es cierto. “La invención de Morel” es sólo un cuento largo.



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