ESCUPIENDO VERDADES

“RING SIDE (UNA TARDE CUALQUIERA” (JujoTorres) © 2009

Vacaciones. Demasiado tiempo libre y demasiadas horas sin saber qué hacer con ellas. Galicia. Lluvia. Mal tiempo. Descartado el paseo y el aire libre. Sedentarismo. Cerveza fría en la nevera. Pistachos. Patatas fritas y el mando de la televisión.

Zapping.

-Cómo lo oyen… después de la publicidad, Asunción Marcia…

-¡Y para que te enteres, bonita!... llevo m… -inaudible, sus compañeros de plató la interrumpen constantemente y tiene que elevar (aún más) la voz. …mucho tiempo callándome cosas por mi niño, ¿sábes? Pero todo tiene un límite…

-A ver Asun, a mí no me tienes que contar nada que no sepa, pero te estás pasando de la raya, ¿no crees?

El plumífero que lleva la batuta del programa, sonríe a cámara, totalmente satisfecho de la escena fuera de guión y que eleva la temperatura de los tertulianos.

-¿Pasándome de la raya?... ¿pasándome de la raya?... A ver, chata, ¡qué no te enteras! YA-A-GUAN-TÉ-DE-MA-SIA-DO.

Remarcaba las sílabas mientras sacudía su platinado de bote y miraba, como un tic, al monitor para ver como se veía, ignorando completamente que a dónde tenía que mirar era a cámara, o a lo sumo a la “colega” con la que hablaba.

-A ver, calma, señoras -siguen las peleas desordenadas pero sin micrófono entre los panelistas. El presentador, viendo que no reparan en él, opta por acercarse a cada una de las que discuten y como si de un maestro se tratara, intenta callarlas una por una. Asun… Pelusa… a ver… ¡SILENCIO POR FAVOR!, cojones… déjenme hablar.

Al fin, y gracias al taco, logra poner orden en el programa y se hace el silencio tan reclamado, a la vez que logra los aplausos (inducidos) del público presente.

-Como les decía, después de publicidad. Asunción Marcia vomita toda su verd… ¡ey!, sht… silencio -ataja a tiempo una nueva tormenta. Toda su verdad.

Hace un gesto con la mano y reclama la publicidad antes de que se produzca otro tsunami.

Zapping.

-Estuve cenando en el yate de la Condesa de la Chagár, junto con el Vizconde de Conchi-La-Ló y los Marqueses de Aldo Bonzi. Todos MO-NI-SI-MOS.

-¡Qué interesante, Apo! -la bocona conductora mira a cámara y guiña un ojo, el muy pelotudo que habla no se da cuenta (¿o sí?... ¿no es ese su papel en el programa?) de que lo toman a la joda.

-Sí, y la verdad super-estresante. Llegué a casa agotadísimo y le pedí a Jaime…

-¿A quién? -lo gasta otro “panelista”.

-A ver, vulgar y sedentario neanderthal…

El público presente (¿a qué se deberá que siempre está compuesto por viejas y señoras gordas?... ¿dónde están “los gatos” que ponía en primera fila Guinzsburg en “La biblia y el calefón” para enseñar la mercadería?) estalla en aplausos.

-… llevo mucho tiempo aclarando que Jaime es mi asistente, me maneja la agenda, me prepara la comida y me corta las uñas de los pies. Así que, haciendo oídos sordos a su bajeza, continuaré con mi relato…

-¡Muy bien, Alejandro! -intercede la presentadora y mira con semblante reprobatorio a Príncipi, el díscolo colaborador… como diciéndole “no te sarpés”.

-… como decía, le pedí a Jaime que me quitara la pelusa del ombligo… ¡es que estaba agotadísimo!

Zapping.

-… la passssssssssssssarela Sibeles estuvo de lo más shic éste año.

Uy!, éste tiene acento argentino. Pelado medio ridículo, cronista de moda, entrado en años, con vaqueros desgastados en los cuádriceps, polo con el cocodrilo hambriento, unos calcetines que si me torturaran juraría que son medias Tom y unos mocasines horrorosos, con bigotitos y todo. Remata todo con unas gafas que serán muy modernas pero tienen pinta (seguramente a posta) de ser de la época en que los pedos se tiraban con ondas, con marco de nácar. Encima, cuando no habla, frunce la boca como si estuviera chupando un pico-dulce.

-¡Ay, qué guayyyyy!... seguramente estaba lleno de famosos así que después de unos anuncios me haces un detalle exhaustivo de cómo iban vestidos.

-Vale…

La presentadora es la típica rubia cincuentona que se mantiene cogible, a base de estirar la piel y de caros (y a veces inútiles) tratamientos. Horas de maquillaje y peluquería y no comer una mierda durante el día.

Pienso un rato si espero al maricón de baño hacer el repaso de los famosos… los veo mientras dan paso a publicidad con una insoportable canción de los insoportables Simple Red y me convenzo de que los dos necesitan con suma urgencia lo mismo… una de un metro… pero de diámetro.

Zapping.

-¡Qué dices…!

-Lo que oyes, bonita. En la confirmación de mi niño, la familia de su padre repitió plato y postre, ¿me entiendes? Qué no se puede ir sin comer a un evento como ese, ¿sábes?

-Vamos, que no lo puedo creer…

-Que sí, que yo lo vi con mis propios ojos…

La muy bruta, barriobajera, se señala el tabique en vez de los ojos… bueno, lo que queda de él. Parece el de un boxeador. No sé donde leí que la muy burra no le duró ni el de platino, de la cantidad de mierda que se mete.

-Bueno, Asun… pero eso no es lo que querías contar, ¿o sí? -el presentador hace un preámbulo como si lo que vendrá fuera una teoría que desbancaría al mismísimo Big-Bang.

-Mira, bonito… -pone los ojos en blanco y deja la boca abierta, como haciéndose la interesante… aunque provoca asco y lástima.

-… yo no sé si después de lo que diga, el Fiscal de Menores debería tomar cartas en el asunto.

Un ooooooooooooooohhh, prolongadísimo y artificial se adueña del plató.

-Para tanto Asun -el presentador se acerca a la panelista, sentándose en la mesa de ella, en plan confidente.

-Ssiiip… -los ojos rojos, las lágrimas que caen. Se las seca con los dedos como puede, o mejor dicho, como las uñas postizas se lo permiten. Es que a mi niño me lo enviciaron en esa casa, ¿sabes?

El director baja las luces hasta que el estudio queda casi en penumbras, la música ambiente pasa a ser de un insoportable y vomitivo piano que pretende acrecentar el drama.

-¿Qué me cuentas, hija? ¿En las vacaciones con su padre y sus hermanitos?

No contesta, asevera con un movimiento de cabeza mientras su cara está bañada de lágrimas.

-Pero la mujer de él a tu niño lo quiere… -metiendo cizaña, sabe que se odian y busca que la panelista estalle de una puta vez.

-Supongo que sí -lo cagó con esa inesperada respuesta.

-Entonces… ¿a qué te refieres?

-A que mi niño, desde que vino de estar con su padre y sus hermanos… mi niño… mi angelito… -llora como una Magdalena. Suben la música. Mi niño se come los mocos…

No aguanto tanta tensión, tanto debate trascendental para la raza humana. Apago la tele, pongo un CD de Anthony and the Johnson, saco una cerveza fría de la nevera y salgo a la terraza… envuelto en una maraña de pensamientos.
Y de paso, me hago el boludo y a ver si escucho a mis vecinos.