¡NO ME PEGUEN, SOY GIORDANO!

Según mi amigo Daniel Guiñazú, que todo lo recuerda con envidiable precisión y sin necesidad de recurrir a otro archivo que su memoria siempre a mano, fue el 27 de noviembre del ‘95 que un conocido peluquero boquense formuló -mientras llovían los impiadosos golpes sobre él en el estacionamiento del Monumental de River- la famosa e infructuosa apelación que ha hecho historia: “No me peguen, soy Giordano”.
Ese día se jugaba un superclásico especial -Diego de un lado, Francescoli del otro- que terminó en cero sin goles, pena ni gloria. Sin embargo, la agresión brutal y estúpida al bronceado peluquero perduró en el recuerdo. No por lo que pasó, espantosamente trivial en la rutina de nuestras costumbres intemperantes, ni siquiera por lo que dijo la víctima en esas circunstancias -algo que podría haber quedado sin registrar- sino por cómo él mismo lo contó después.


Juan Sasturain, “Página 12” © 2004

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