“Julio, hiciste con nosotros algo que no se hace: nos mostraste la mujer ideal. Después de eso todos buscamos a la Maga en París o en Sarandí. Vos nos dijiste Julio, que podíamos encontrarla, no buscarla. Que iba a aparecer sin necesidad de una cita, que la misteriosa ecología de la ciudad iba a juntarnos. Y por tu culpa, las parejas salen separadas a encontrarse. Te metiste en la vida.
No pasa un solo embotellamiento en que no recuerde “La autopista del sur” y frente a cualquier discusión, particularmente las discusiones tontas, la memoria me dicta “Elecciones insólitas”. Julio, me aterra tu posibilidad de vomitar conejitos a la mañana. Tampoco puedo perdonarte lo del límite, yo vivía tranquilo imaginando esa pared… no tenías que decirme que la pared era una soga que se podía saltar.
Julio, te imagino cada vez que miro por la ventana, o por un túnel… o por un ojal. Sé de memoria que podes estar en cualquier lado, ahora mismo, cagándote de risa.”
Jorge Lanata © 1991
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