TORMENTA EN EL CORAZÓN

“DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS” (Gabriel García Márquez) © 1994
Crónica de Juan Guillermo Kaiser

García Márquez, ese fascinante burlón, según lo definiera Pier Paolo Pasolini, tramposo como todo escritor, juega con los sentimientos del lector desprevenido hasta estrujarle el alma como si ésta fuera un simple limpión.

¡Qué vaina!, hasta pareciera que nos convence. El cabello de los muertos sigue creciendo eternamente, los sueños se duplican y se realizan. Eso, dizque es el realismo mágico pero lo que no saben, señores, es que eso mismo es lo que sucede a cada rato, todos los días, en estos trópicos aletargados por los veranos y el rumor de las olas suaves de nuestro mar Caribe. No hay nada de raro, la vida tiene siempre un significado mayor, nada es como parece, la muerte no alcanza a triunfar, siempre hay algo más.

Cartagena, la heroica, el mar y sus piratas, todo está aquí a la vuelta de la esquina, bastará con entornar los ojos… y allí sentado a la mesa de una oscura taberna, verán al feroz personaje, con pata de palo y el loro en el hombro. Gabo, en este ambiente, nos cuenta como la niña sietemesina, mordida de rabia, se vuelve hermosa en medio de los sufrimientos atroces de los exorcismos de la inquisición.

El Padre Delaura seco, flaco y estreñido se abrasa en su propio fuego, al descubrir la vida que había en él. Un marqués ignorante y mezquino, resaca desteñida de oropeles pasados, despierta a la consciencia del remordimiento, requisito indispensable para alcanzar la vida espiritual. Obispos y gobernadores hacen lo que les está mandado hacer, en aquel tiempo y en el actual también. Aplacan culpas propias, apenas intuidas, actuando como establecido en vetustos códigos y procedimientos vacios.

Pero, tal vez el personaje más complejo, o más trascendente, sea el médico Abrenuncio, el marrano ilustrado que escapa de milagro de los tribunales inquisoriales vaya Dios a saber a qué precios y que además de curar a los hombres, es capaz de adivinar el día y la hora de tu muerte o de tu transformación.

En aquellas tierras donde existen las estaciones, la vida es cíclica. Nace en primavera y muere, en serio, en el invierno. Lo que García Márquez quiso decirnos es que en nuestros trópicos la vida es restallante, no muere nunca. Y esto se entiende de veras cuando contemplamos la cadencia de una negra palenquera o descubrimos el brillo ambarino en una copa de ron.

¡JUAN, GRACIAS… TOTALES!

2 comentarios:

jujotorres dijo...

Mil disculpas... llevo todo el día intentando editar el texto y me es imposible. Lo importante creo que es la reflexión y no el tamaño de la letra.

Mambetta dijo...

El tamaño no importa. Llevo toda la vida tratando de convencerme de eso.