HACE QUE LAS MUÑECAS, AFLOJEN EL CALZÓN

“COMO LA CIGARRA” (Walter Domínguez para Clarín) © 1996
Un recital de canciones y palabras. Así será el show de Sandro en el Gran Rex. Con referencias a su estado de salud y a la actualidad, bromas de todo calibre y un emotivo tramo dedicado a la memoria de su madre. Intacto como artista, El Gitano vuelve a la Capital a partir del 5 de julio.
Aviso para sus admiradores: el tipo está intacto. Después de todo lo que se habló sobre sus problemas de salud, su gordura (y sus abruptos adelgazamientos) y sus misteriosas desapariciones, Sandro volvió a escena para hacer lo que mejor sabe: cantar. Pero también para encargarse de contestar con su propia boca todo lo que se dijo de él en los últimos tiempos.
A partir del 5 de julio, el cantante se presentará durante varios fines de semana en el Gran Rex. La meta es superar las 18 actuaciones que hizo en 1993, cuando festejó sus treinta años como solista, y que aun hoy son récord para el teatro. Por cómo van las ventas, el sueño parece posible: apenas abrieron las boleterías, las entradas para los dos primeros fines de semana prácticamente se agotaron.
Sandro, un veterano conocedor de las rutas (argentinas e internacionales), suele salir a calentar motores antes de sus presentaciones en Capital. Ya se presentó en Rosario (hizo cuatro fechas), en San Nicolás y en Junín, donde Clarín presenció su show, el mismo que hará en Buenos Aires.
En el teatro San Carlos de Junín ya no cabe un alma. Las 1.801 localidades se vendieron por completo y los pasillos están repletos de colados llegados a último momento. Las luces se apagan y comienzan los inevitables aullidos femeninos. La banda de seis músicos arranca con el tema de 2001, Odisea del espacio” (el mismo con el que abría sus shows Elvis Presley) mientras la escenografía se puebla de titilantes estrellitas. Envuelto en humo, aparece él.
Jacquet gris, su conocida capa negra sobre los hombros y la primera sorpresa de la noche: “Como la cigarra”, la canción de María Elena Walsh.
Sandro continúa con Soy gitano”, Quiero más de ti” y una canción española, Dónde estará mi vida”. Casi no hay respiro entre tema y tema. Pese a sus años, 51, y a su agitación sobre el escenario, su voz suena sin fisuras. Su registro grave le permite, con la misma facilidad, encarar una balada, un rock o un tango. Siempre fue así y, parece, siempre lo será.
Después de la ovación, Sandro recita Historia de un ruiseñor”, de Oscar Wilde, un relato acerca de un pájaro capaz de dar su sangre para colorear una rosa que precisa un enamorado para conquistar a una dama. Para cambiar el clima, Sandro vuelve a contar otro chiste. La sensación que causa es que, diga lo diga, la gente se va a reir igual. Y así es. Canta Sueño de noches pasadas” y Soy un condenado”. Luego desaparece.
Ahora sí, vienen los temas esperados. Uno tras otro: Quiero llenarme de ti”, “Te propongo”, “París ante ti” (“Junín se arrodilla ante ti", canta y Junín delira), Así, Porque yo te amo”. Hace una pausa. “Me tengo que ir”, bromea, “está el CIPEC en la puerta y ha llegado una carroza”. Después, les deja un chiste a los caballeros presentes: “¿Saben que trabajo para ustedes?... les caliento la pava y ustedes se toman el mate"
(NOTA DE O CAZOLEIRO: ¡¡¡finisimoooooooo!!!), y arremete con el gran final: Rosa rosa” y Penumbras”. Ahora sí, aunque se lo pidan no volverá.
Fueron en total 18 canciones y la última la cantó con la misma energía que la primera. Un profesional y muy bien dotado, qué duda cabe.
Después de dos horas de show, la gente comienza a irse, pero no del todo. Lo esperan afuera, para verlo salir. Hay escenas de histeria, como las de las fans de Luis Miguel, pero con marido, hijos y treinta años sobre las espaldas y las caderas. El Gitano sonríe, con esa sonrisa eterna que lo asemeja tanto a Gardel.

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