Se ve que en el staff de la revista El Gráfico se había puesto de moda colocar al Beto Márcico contra la pared ¿Para hacerle preguntas comprometidas? No, para sacarle fotos y escracharlo por la eternidad. Acá lo vemos de veranito, con el Apertura ‘92 en el bolsillo y una vestimenta repudiable, casi de linyera. Camisa floreada y arremangada, jean con dobladillo y alpargatas blancas. Toda la impunidad para alguien que después entraba a la cancha y la rompía.
2 comentarios:
Jugadorazo...
Estoy de acuerdo... y aún con la rodilla hecha mierda, con sobredosis de Coca-Cola siguió regalando magia en el Lobo...
Aunque me quedo con la clase de Ciraolo, Martelotto, Nannini o el incombustible Beto Ortega Sánchez... ¡¡¡aguante el cuervo con la Ulhsport manga tres cuartos!!!
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