ABSURDO CONSUMO

“ESTADO DE BIENESTAR” (JujoTorres) © 2008

Llevaba varios meses cerrado y con el cartel de “SE ALQUILA”, por fin lo cambiaron por el de la publicidad de la empresa que se encargaría de la reforma y fue un alivio para los transeúntes de la zona. Y es que de manera involuntaria, creían que el nuevo comercio que pronto se ubicaría allí haría olvidar la palabra que estaba en boca de todos en los últimos días: CRISIS.
La verdad es que era una zona muy transitada, rodeada de las mejores y selectas tiendas de la capital. El negocio anterior se vio superado por la franquicia del gigante textil dedicada a los muebles para el hogar. En realidad era una verdadera incógnita el ramo del nuevo y futuro negocio, ya que estar rodeado de tiendas de ropa, jugueterías y mueblerías, no da demasiado margen para la competencia.
La constructora que se publicitaba como la encargada de la reforma era de las más prestigiosas de la zona. En la inmobiliaria nada sabían del ramo ni del destino del local, solo decían que era una empresa nueva, solvente y que venía a romper el mercado con una propuesta novedosa y arriesgada. Esa involuntaria (¿o no?) publicidad, generó una expectativa inquietante e impaciente en la población local… la curiosidad innata de cada uno llevaba a realizar todo tipo de loterías sobre el rubro del futuro comercio. Con mala intención (o no tanto), algunos aseguraban que sería un “Sex-Shop” o algo amoral e indecente; otros hablaban del enésimo bar y los menos auguraban una tienda de alguna de las marcas de altísimo nivel de la famosa “milla de oro” madrileña… ¡soñaban con Gucci, Armani o Chanel en la rúa do Paseo!
Como era de esperar, la puesta a punto duró más de lo previsto y los papeles color madera que revestían los cristales hacían imposible vislumbrar algo en el interior. Pasado cierto tiempo, la gente se fue olvidando del asunto y la expectación popular se dirigió a otros asuntos menos banales. Las navidades estaban a la vuelta de la esquina, los más arriesgados comenzaron a colocar la decoración navideña y el misterioso comercio seguía en reformas. Para todos pasó desapercibido la grúa que montaba el letrero con el nombre de la tienda, un nombre en inglés, moderno, aunque una mirada más perspicaz sacaría más en limpio sobre lo que allí se anunciaba… “NOTHING STORE”.
El día 24 de diciembre se apuran las últimas compras, se gasta lo que no se tiene y todos estamos cubiertos de un halo de espíritu navideño que nos hace perdonar todo… y comprar lo que sea. La nueva tienda abrió sus puertas en tan ajetreado y transitado día, las dependientas estaban vestidas con ropas negras impolutas, maquilladas y peinadas cuidadosamente, la iluminación y decoración del local derrochaban buen gusto y elegancia, la música ambiente era chill-out. Un comercio de primer nivel en la mejor zona. Se notaba que no habían escatimado en gastos… salvo en lo que ofrecían, que brillaba por su ausencia… las modernistas estanterías de acero inoxidable estaban vacías, totalmente desprovistas de mercadería, al igual que el escaparate.
Igualmente la gente se agolpaba curiosa (e incrédula) en la puerta del comercio, viendo el ir y venir de las guapas y solícitas dependientas que limpiaban las estanterías, consultaban vaya uno a saber qué en el ordenador y colocaban precios… exorbitados, desproporcionados y que nadie se explicaba a qué aludían.
“NOTHING STORE”, recuerden, era el cartel que atraía desde la fachada a la marabunta de consumidores.
Tímidamente la gente entraba y esperando alguna broma de los típicos programas de cámara oculta se interesaban sobre el rubro del coqueto y nuevo local comercial. “Nada”, era lo que obtenían por respuesta al preguntar qué era lo que allí se vendía. La risa profesional de las dependientas se mantenía como pintada ante las caras de espanto que ofrecían los visitantes. Pero atención, no era un “Nada” común ni ningún tipo de baratija de todo a cien, se apresuraban a remarcar, allí se encontraban “Nada´s” de las primeras marcas: Tous, Chanel, Armani, D&G y hasta de Ives Saint Laurent. Y los precios no bajaban de los 200 € por una pequeña “Nada” que entregaban en una elegante caja (vacía) con el logo de Louis Vuitton.
“Quedaría muy bien en el salón, al lado del jarrón chino”, decía una señora envuelta en un visón auténtico. Lo cierto es que, una vez vencida la inicial timidez, la gente se volcó en una frenética carrera consumista, dejando de lado el raciocinio y arrasando el mismo día de la inauguración con el stock existente, dejando a la tienda a la hora del cierre tal como abrió, vacía… sin “Nada” que ofrecer.
El negocio del siglo. La joven y pujante empresa salió rápidamente a bolsa y se convirtió en uno de los holding empresariales del momento. No tardaron mucho en aparecer “NOTHING STORE” en todas partes del mundo, en las principales capitales y con locales ubicados en las zonas más caras. Alejandro Agag, Bernie Ecclestone y Flavio Briatore se hicieron con la franquicia para Europa y pronto aparecieron tiendas (con estética, colores e iluminación predeterminada) en París, Milán, Londres y en los bajos del estadio del Steaua de Bucarest. Cecilia Zuberbhüller se asoció con Oggy Junco, Adrían “Facha” Martel y Guido Suller para hacerse con la propiedad de “NOTHING STORE SOUTH AMÉRICA”, llevando tan afamada tienda a los principales shopping del continente y optando por la apuesta más arriesgada: hacer llegar “Nada” de las primeras marcas a toda la población (abusando de la baja tasa de robos que ofrece un local en donde se vende “Nada”) y abrir una tienda en la Isla Maciel. Esto y la rápida fama mundial de la marca propició que se adueñasen en exclusiva de la famosa y ansiada tapa de “Gente” de fin de año.
Rápidamente el bufete de abogados del poderoso grupo atacó sin piedad a todo aquel que ofreciera “Nada”. Se hicieron con los derechos de ofrecer “Nada” y los dueños de locales vacíos optaron por tapiar los escaparates antes que tener que hacer frente a un pleito judicial. Incluso se rumorea que la ruptura de la antigua tradición de no llevar “Nada” de publicidad en la camiseta (tanto el F.C. Barcelona como el Athletic Club Bilbao), se rompió no por la necesidad imperiosa de dinero fresco (en el caso de los catalanes, le cedieron el espacio gratuitamente a UNICEF), sino para evitar la multimillonaria demanda por “hacer publicidad sin permiso ni contrato vinculante”)…

En alguna parte de la provincia de Ourense, dos jóvenes amigos brindan con champán y encienden “Cohibas” traídos en avión privado con billetes de quinientos euros. Disfrutan al leer sus vulgares y hasta hace poco desconocidos nombres en los primeros puestos de la revista “Forbes”. Todo gracias a una broma que se gestó en una noche de borrachera que, llevada hasta extremos arriesgados, les deportó una de las mayores fortunas del mundo.

Es para reír y brindar… aunque pensándolo fríamente, más bien es para llorar.


1 comentario:

Sir Lothar Mambetta dijo...

¡¡¡EXCELENTE!!!

¿El local de Barcelona cuándo abre?

Me mató. Buenísimo y mejor que se planteen hacerlo antes de que venga Luisito Vuitón y se los choree.