EL GRAN PROVOCADOR

Un grupo no organizado de gente desconocida y nada influyente sostiene que la mayor fatalidad de Juan Carlos Onetti era su nacionalidad. Si no hubiera nacido en tierra incógnita sino en un país con el poder económico y el peso político necesarios para exportar con éxito la cultura propia, no hubiera fallecido casi incógnito. Si no hubiera nacido en Montevideo, sino -por ejemplo- en Buenos Aires, hoy en día la super-estrella de la literatura latinoamericana no se llamaría Jorge Luis Borges, sino Juan Carlos Onetti.

Es fácil imaginar que había preferido esta carrera: Agent provocateur, con y sin nombres fingidos, siempre atento de preservarse de publicidad, infestado de leyendas como otros de hongos; su influencia ni ancha ni extensa, pero profunda; indiferente frente al barullo de los adeptos no llamados, recompensado con un silencio que recién la estupidez tipo general hace estallar; en consecuencia la agitación internacional, el exilio, y finalmente la gloria, breve y sin compromisos; un mito ya en vida, un sobreviviente en el grupo clandestino de los no muertos del cerebro, en el mundo creado por él.

Aquellos que por profesión mejor lo saben comprueban la importancia de la obra onettiana: casi todos los escritores latinoamericanos que triunfaron en el siglo XX se refieren a Onetti, confirman su influencia. Todos, desde Augusto Roa Bastos hasta Gabriel García Márquez, pasando por Juan Rulfo, Octavio Paz y Julio Cortázar admitieron su admiración.

FUENTE: www.onetti.net

1 comentario:

Mambetta dijo...

¡¡¡Aguante el Bambino!!!
...¿qué? ¿Onetti? Ah, no, ni idea. Perdón.