COMENTARIOS SOBRE EL FAUSTO

“FAUSTO” (Estanislao del Campo) © 1866
Crónica de Juan Guillermo Kaiser

Todo un personaje Estanislao del Campo. Hijo del Jefe de Estado Mayor del General Lavalle y bisnieto del Marqués de Loreto, militar también él, político, escritor y poeta como correspondía por aquellos bárbaros tiempos.
Adopta el seudónimo de Anastasio el Pollo, en homenaje al de su amigo Hilario Ascasubi que se apodaba Aniceto el Gallo, reflejándose esta amistad en su poema Fausto, donde nos cuenta que Anastasio y Aniceto, dos gauchos de ley, se encuentran casualmente a orillas del Rio de la Plata para comentar sus vivencias. Anastasio revela a su amigo su experiencia última luego de que asistiera a la opera de Gounod sobre la obra de Goethe “Fausto” que se representó alrededor del 1866 en el antiguo Teatro Colón, el que se hallaba sobre la actual Plaza de Mayo, en el lugar que hoy ocupa el Banco de la Nación.
Se lo acusa al autor de denigrar la figura del gaucho atribuyéndole por infantil inocencia la confusión de realidad y ficción, Anastasio describe lo visto en escena como si todo hubiera realmente ocurrido. “Pero yo sé” –como dice el tango Muchacho- que lo realmente difícil de imaginar es que un gaucho del siglo diez y nueve decida ir al Colón para el estreno de una ópera. Debemos tener en cuenta, sin embargo, que los gauchos de Estanislao, eran especialmente sensibles y aunque el Pollo se queje, terriblemente pudientes:

Le iba sonando al overo

La plata que era un primor

Pues eran plata el fiador

Pretal, espuelas, virolas

Y en las cabezadas solas

¡Qué!... ¡Si traía para mí

Hasta de plata las bolas!

Cuenta Anastasio que un doctor Fausto -viejo y viudo por aquel entonces y que parecía no recordar que enviudar es realmente una desgracia, ya que deja la puerta abierta para volver a casarse- le vendió su alma al diablo para conseguir el amor de una muchacha.
El gaucho se asusta al ver al maligno y así le cuenta a su amigo:

¡Viera al Diablo! Uñas de gato,

flacón, un sable largote,

gorro con pluma, capote,

y una barba de chivato.

Tanto más cuando Lucifer le muestra al doctor la imagen de su amada como proyectada en tercera dimensión, casi de carne y hueso:

¡Ah Don Laguna! ¡si viera

Qué rubia!... Creámelo:

Creí que estaba viendo yo

Alguna virgen de cera.

……………

Ya enderezó como loco

El Dotor cuando la vió

Pero el Diablo lo atajó

Diciéndole: “Poco a poco;

y es que el Malo sabe que en asuntos tan serios conviene ir por partes, como hacen los médicos en la morgue y como hace el enamorado ante el cuerpo dócil y yacente de su amada…

Si quiere hagamos un pato:

Usté su alma me ha de dar

Y en todo lo he de ayudar:

¿Le parece bien el trato?”

Los gauchos de Don Estanislao no descreen de los letrados –esto sí es ingenuidad- no se imaginan cuanto estudiado suele meter la pata:

-¡Dotor, y hacer ese trato!

……

Tal vez, ya Fausto sabía que solamente envejecen los viejos, porque al Diablo le pidió:

Dijo: “¿Habrá alguna bebida

Que me pueda remozar?”

……………

Canas, gorro y casacón

De pronto se vaporaron,

Y en el Dotor ver dejaron

A un donoso mocetón.

………….

Y entre bucólicas descripciones y algún beso a la botella, Anastasio prosigue su relato detallando como consigue el Dotor vencer los recelos de su amada, como todo termina en tragedia sin sentido y como J.W. Goethe -cual Deidad infinitamente misericordiosa- permite que la muchacha ascienda a los cielos cual iluminada e inmaculada Margarita.
Finalmente, los dos gauchos, se marchan, entreabrazados, medio mareados seguramente, para encontrar una fonda donde restablecer el equilibrio perdido entre tanta pensadera metafísica, habiendo entendido que después de todo, la filosofía:

e una cosa tale

con la quale e sensa la quale

il mondo resta tale quale.

Juan

Nota: Las notas de humor las he tomado prestadas de mi amigo Bernardo Ezequiel Koremblit, cuyas preferencias políticas ya no me importan y en la creencia fervorosa, que una buena copia es mejor que un mal invento.


1 comentario:

jujotorres dijo...

Una vez más, muchas gracias Juan!!