MIÑA TERRA QUERIDA

“La morriña o nostalgia es un sentimiento propio en todos los seres humanos. Sin embargo, para los gallegos es más que un simple sentimiento, es un sello particular de identidad. La morriña de aquel gallego que un día -sin desearlo- dejó atrás su mujer y sus hijos, su casa en la aldea, su amada y verde campiña, y emprende viaje hacia tierras desconocidas y no pocas veces ingratas, donde permanece lejos de todo lo que ama, donde los años transcurren en silencio cómplice con la tristeza... esa morriña llega a convertirse en un sentimiento que desgarra el alma. Morriña del emigrante que lloró la muerte de sus padres sin volverles a ver... y quizás, acolitado por esa misma morriña, también le llegó la muerte sin volver a ver su tierra. Como esa morriña no hay otra igual y hay que ser gallego y sobre todo emigrante para comprenderla a fondo.
Los hijos de los gallegos, vivimos otra forma de morriña, no por ello menos profunda. Una morriña que va gestándose en nuestro interior desde la cuna, cuando nos adormecíamos con un canto de cuna en gallego que, aunque no entendía bien, sonaba en labios de mi madre a arrullo de ángeles. Cuando mis padres me contaban de Galicia y sus labios, como diestros pinceles sobre un lienzo, me pintaban con detalle la vieja aldea, las altas montañas, el límpido cielo, los verdes valles, las frondosas carballedas y castiñeiros, así como el himno a la alegría de las xestas en flor. Poco a poco, al paso de los años, fui creando en mi corazón un álbum de recortes y empecé a sentir mis primeras morriñas...morriña por conocer lo que dentro de mi alma, ya conocía. Recuerdo cuando joven, que trataba de entender la morriña de mi madre, cuando me contaba lo verde que eran los prados de su aldea. Y yo le decía: "Pero mamá, aquí también todo es verde", y con un quedo tono de voz, propio de su profunda morriña me decía: "Meu fillo, non é a mesma herba" ¡Vaya por Dios, ahora comprendo cuánta razón tenía... muy verdes eran ambas pero no eran las mismas yerbas.”


Anónimo hablando de la morriña en un foro de Yahoo © 2007

FOTO: Cristian Bernardis © 2008

2 comentarios:

Luna dijo...

Mi madre, gallega emigrante, se fue con nueve años. Sólo se recuerda a sí misma, corriendo por los prados, con unas cerezas colgando de las orejas, a modo de pendientes. Eso y las cabritas. Y el barco que tardó como dos semanas en transportarlas a su nueva vida. Yo también la recuerdo, a ella y sus hermanas, recitando y cantando en gallego, y con eso crecí. Hoy me encuentro en España, a gusto, hay algo familiar para mí en todo esto. Pero a veces, veo fotos de mi pais, y también me asalta la morriña. Ella hizo el viaje de ida, yo el de vuelta...

jujotorres dijo...

Es el efecto "boomerang" (del que hablo más abajo) de la emigración gallega, mi querida Luna.
A mí también me pasa que ahora, al realizar el camino inverso de mis abuelos, recuerdo muchas cosas de ellos que creía olvidados en un baúl de mi memoria.
Soy nieto, hijo y ahora padre de gallegos... simplemente, maravilloso.