UNA JORNADA EN MACONDO

¿Se repite?... tal vez. Por favor, no cometan el error de leer su autobiografía “Vivir para contarla” porque después, sus libros perderán esa magia que los hace únicos.
Se repite, porque nos mostró un pueblo tan apasionante con personajes tan variopintos que hasta se me hace que se quedó corto… siento la necesidad de saber más, de conocerlo mejor.
Ya desde sus jóvenes crónicas periodísticas se vislumbraba su diferenciadora capacidad para contar historias, algo que mamó de chico, de sus abuelos, de su familia. No entraré a comentar ni a alabar lo del “realismo mágico”, lo mágico es meter en una entrañable historia a un cura al que nadie le hace caso, ni siquiera acuden a la misa y por eso pasa sus tardes durmiendo la siesta… hasta que cae en la cuenta de que lleva mucho tiempo muerto. Eso es magia, contarlo de forma que asumamos el hecho como algo lógico.
Particularmente prefiero al Gabo de los cuentos que al de los mamotretos de cien hojas, leí sin interrupción y de manera apasionada “El coronel no tiene quien le escriba” y “Relato de un naufrago”. Me resulta francamente fascinante la tensión y la violencia que se respira durante todas y cada una de las páginas de “La mala hora”. Aquí va mi humilde homenaje, una invitación a pasar una jornada en Macondo.

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